El precandidato a presidente por la Libertad Avanza dijo que suprimiría la obligatoriedad de la educación e impondría un modelo “a la chilena”
“El sistema de la obligación no funciona. Si querés estudiar, vas a tener un voucher y vas a poder estudiar. El tema de la obligatoriedad es querer controlar a los seres humanos e imponer tu patrón moral. El que quiera estudiar, estudia, pero obligar no me gusta”, señaló Milei que agregó: “Las instituciones tiene que competir y ser buenas. Vas a tener educación pública y educación privada. La diferencia es que no vas a ser rehén del adoctrinamiento del Estado”.
Un sistema de vouchers educativos o “de libre elección de escuelas” se basa en financiar a la demanda (alumnos) en lugar de financiar a la oferta (escuelas). O sea, subvencionar a los alumnos en lugar de a las escuelas: los estudiantes reciben los famosos vouchers y sus familias eligen a qué institución enviarlo.
Eso, supone, genera una lógica de mercado, de competencia entre las escuelas por la matrícula que, se supone, redunda en esfuerzos por conseguir mejores resultados y destacarse del resto.
Es decir, el dinero que el Estado recauda a través de los impuestos para el sistema educativo, lo divide entre los niños en edad escolar y lo reparte en cheques escolares que les da a los padres.
Así, los padres vuelven a tener injerencia sobre la educación de sus hijos y pueden elegir la escuela que consideren mejor, ya sea por su orientación, por su calidad educativa o por cercanía.
Cada institución será libre de modificar su curricula para atraer más alumnos y que, en caso de que una escuela tenga demasiados aspirantes, deberá priorizar a aquellos que vivan más cerca de la institución.
El sistema de vouchers educativos fue promocionado durante los años ’60 por Milton Friedman como una alternativa liberal que favoreciera la elección voluntaria de cada padre sobre la educación de sus hijos. Con el tiempo, distintos países adoptaron diferentes variantes de este sistema con resultados disímiles: Australia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Suecia, Singapur, Corea del Sur, Chile (1981), Colombia (1991), Irlanda y, algunas regiones italianas y estados de Estados Unidos.
Los defensores de los sistemas de crédito fiscal para cupones escolares y educación argumentan que esos programas promueven la competencia de libre mercado entre las escuelas públicas y privadas al permitir que los padres y los estudiantes elijan la escuela donde usar los cupones.
Esta opción disponible para los padres obliga a las escuelas a mejorar continuamente para mantener la inscripción. Por lo tanto, los defensores argumentan que un sistema de vales aumenta el rendimiento escolar y la responsabilidad porque proporciona soberanía al consumidor, lo que permite a los individuos elegir qué producto comprar, en lugar de una burocracia.
La principal crítica de los vales escolares y los créditos fiscales para la educación es que ponen a la educación pública en competencia con la educación privada, amenazando con reducir y reasignar los fondos de las escuelas públicas a las escuelas privadas. Promueve la segregación y la desigualdad.
Fuente: quepasasalta