La estación meteorológica salteña fue inaugurada en 1873, por orden del presidente Domingo F. Sarmiento.
Viento. Lluvia. Frío. Calor. Nubes. Visibilidad. Más nubes. Y posibles tormentas. Desde hace 147 años, todo esto se mide en Salta. Antes con menos equipos y más estimaciones; hoy con mucha más tecnología satelital y clara precisión de minutos y horas. La Estación Meteorológica de Salta cumplió un año más el pasado 1 de junio, una vida larga que comenzó ese día de 1873, cuando el presidente era Domingo Faustino Sarmiento, quien un año antes ya había ordenado que en la mayor parte del país se crearan organismos para pronosticar el clima, en ese impulso productivo y de avanzada tecnológica que impuso la generación del ‘80 en la Argentina pos Constitución Nacional.
Los grandes ventanales impactan apenas se atraviesa la puerta de sus oficinas. La amplitud del campo visual no alcanza para captar todo lo que muestran esa aberturas cerradas por un vidrio rectangular que va de pared a pared. La llanura de la pista del aeropuerto General M.M. de Güemes deja abierto el campo para que la mirada llegue, si la visibilidad es buena, hasta las serranías que demarcan parte del límite sur y suroreste del Valle de Lerma. Si el día está despejado, como en agosto y septiembre, la dirección y fuerza del viento que forman y transforman a las nubes son perceptibles para el ojo entrenado y admiran al que mira por primera vez.
Afuera del edificio de líneas rectas, a unos 30 metros, está instalado el pluviómetro en un sitio alambrado al que solo accede el personal que cada hora va a relevar las mediciones. Eso sí: es imposible pasar por allí sin ver las familias de lechuzas que hicieron sus nidos en el suelo y miran con ojos atentos a quien se acerca, cual custodias de un lugar sagrado.
Un poco de historia
La Estación Meteorológica de Salta comenzó a funcionar en el aeropuerto salteño cuando este se inauguró en 1949. Antes estaba en el predio del Aero Club Salta, en la zona norte de la capital, que a la vez era la pista utilizada para los vuelos que arribaban o partían de la ciudad.
Incluso antes de esta ubicación, según la historiadora María Teresa Cadena de Hessling, la Estación funcionó en un edificio ubicado sobre la calle Leguizamón, entre 25 de Mayo y avenida Sarmiento.
En lo tecnológico, hasta el 10 de mayo de 1965, cuando comenzó a utilizarse el sistema de radiosondeo, las observaciones se efectuaban con teodolito a la intemperie. “Pisando la escarcha seguíamos el vuelo de los globos para las mediciones”, contó a mediados de los ‘90 Ricardo Corrales, entonces supervisor de la estación con más de 35 años de servicio. Alguna vez -recordó como anécdota por entonces Carlos Moya, quien fuera jefe de la estación- “una lluvia se llevó todos los termómetros de superficie”.
Hoy en la estación las computadoras conectadas a la red nacional de meteorología se mezclan medidores digitales del viento, observación satelital que anticipa y registra la evolución del clima, de la humedad y de las lluvias, con el viejo pluviómetro que afuera resiste las tormentas y vientos, bajo la custodia de las lechuzas.
La historia reseña que entre 1990 y 1995 la estación meteorológica salteña recibió cada uno de esos años el primer premio por la mejor prestación del área en el país, galardón que le adjudicó el Servicio Meteorológico Nacional, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina. Hoy el equipo de meteorologistas revisan cada hora, todos los días del año, los equipos para elaborar las mediciones que se transforman en datos sinópticos e información valiosa para la navegación, útiles para la estación aérea y para la red nacional del Servicio Meteorológico. Los encargados de mantener la calidad del servicio son Agustín Alemán -actual jefe de la estación-, Edgardo Escobar, Omar Skrivanelli, Rubén Pedraza, Josefina D’anunzio, José Velázquez, Edgardo Catalán, Marcos Tula, Emiliano Gacitua, Cristian Russi y Carina Núñez.
Fuente: El Tribuno